Para recorrer la ciudad la mejor manera de hacerlo en bicicleta, y así hicimos, alquilamos unas todo el día por 20Y (2€). La mejor inversión del viaje. Estuvimos en la parte alta de la ciudad viéndola desde lo más alto, y después bajamos hasta el Lago de Dalí, el lago Erhai. Para llegar pasamos por un pequeño pueblo increíble y sus arrozales. Los agricultores, cuando pasamos estaban empezando la hora de la comida, y fue muy bonito pasar por ahí, todos saludando, sonriendo y hasta ofreciendo comida, esto me lo llevo, me encantó. Son de esas cosas que hacen diferente visitar un pueblo como Dalí a una gran ciudad como Shanghai.
Al llegar al lago, a Tony le pareció ver en el agua el “anillo de poder” y decidió tirarse al agua a buscarlo. Finalmente no era un anillo, sino una concha. Era de esperar.
Aquí llegó uno de los momentos esperados del viaje. Comimos grillo de agua y sapo. El grillo nada, el sapo bueno, comible.
Después de comer nos fuimos al muelle de Dalí, donde conocimos a Cris, un colombiano que estaba viajando por Asia desde diciembre. Un chico muy simpático, y con el que tuvimos una agradable charla.
A la vuelta a Dalí antiguo decidimos hacer caso a la guía y probar un restaurante tibetano, donde pudimos probar la carne de Yak. Rica pero un poco dura.
Después de esto devolver las bicicletas y para el hostal, que el día ha sido duro duro y mañana nos gustaría estar más frescos, que nos tocan 3 horas de guagua hasta Lijiang.
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