Nada más llegar me fuí a ver las Cataratas de Iguazú del lado brasileño. Con esto un sello más en mi pasaporte y una experiencia inolvidable. El precio es de 18€ la entrada además del bus que te lleva y te trae. Da igual, lo vale. Cuando llegas, nada más bajarte del bus te encuentras ese espectáculo, justo delante de ti, majestuoso, con una fuerza y eenrgía impresionantes. La pasarela a la garganta del diablo es increíble. La cantidad de agua que ves caer de ahí cada segundo...es impresionante. Aquí usé por primera vez la camiseta colchonera. ¡Fotón!
De ahí de vuelta a Puerto Iguazú y a cenar con Dario en su hotel! Que me encantó esa cena...cuanto la necesitaba. Cierto que el pobre Dario no pudo disfrutar tanto al estar trabajando pero yo lo hice por el.
Al día siguiente tocaba ir a las Cataratas Iguazú pero del lado Argentino, un día completo de caminar y ver de mil y un lugares las cataratas. El precio algo más que en Brasil pero bueno. Mucho más para hacer. De nuevo Garganta del Diablo, mil pasillos a pequeñas cascadas, rincones y aunque había muchas personas se estaba muy bien. Me permití el lujo de ir en el barco a meterme bajo la cascada, muy bueno! Aunque eché en falta mi GoPro, inutilizada durante el viaje.
A la hora de la comida una de las anecdotas del día. Me senté a comer en un banco tranquilamente y cuando me di cuenta había como 9 Guachini rodeandome, todos caminando hacia mi con ganas de robarme el sandwich que tenía. Una pareja de americanos vino en mi rescate y alejarlos de mi. Un rato más tarde lo volvi a intentar y nuevo fracaso. Me volvieron a rodear.
De ahí ya tocaba volver a casa de Dario. Tarde de entreno y salir a comer unas empanadas por Puerto Iguazú. Al día siguiente rumbo a Salta para entrar en Bolivia.
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